La historia del DIPA tiene como antecedentes los planes de la UNESCO para la educación en Ciencias Alimentarias de la década de los sesenta y la Escuela de Ciencias Químicas de la Universidad de Sonora, en la que se crearon las carreras de Químico Industrial y Químico Farmacobiólogo, que incluían en su curricula materias del área de alimentos tales como Análisis de Alimentos y Química de los Alimentos, pero que no preveía una mayor especialización de los egresados para la industria alimentaria.
A principios de los 70s se modificaron los planes de las carreras de Químico e Ingeniero Químico para crear la opción alimentos en las mismas, que incluían las materias de Tecnología de Alimentos, Bioquímica General para los ingenieros químicos, Microbiología de Alimentos, Química de Alimentos, Elementos de Ingeniería Química para químicos, y seminarios de Tópicos en Alimentos.
Los movimientos político estudiantiles de 1967 y 1968 habían golpeado fuertemente los ideales sobre democracia de los muchachos, que en 1973 los elevaron a democracia y cogobierno universitario, obteniendo resultados parciales en la aprobación de una ley orgánica que estuvo basada en un proyecto elaborado por una comisión mixta emanada de un consejo universitario, presionado por los estudiantes, en asamblea a la que había asistido el Secretario de Educación. Finalmente sufrió, ese proyecto, muy grandes modificaciones.
La preparación de maestros en ciencias alimentarias dio lugar a inquietudes de investigación dentro de lo que se conoció como el Departamento de Alimentos de la Escuela de Ciencias Químicas, reconocido sólo informalmente. Se iniciaron investigaciones muy incipientes, pero no menos importantes que las actuales, sobre usos del sorgo para tortillas y otros productos, concentrado de proteínas de pescado, concentrado de proteínas de hojas verdes y preparación de atoles enriquecidos con proteínas, de colores y sabores diversos, elaboración de salchichas de diversos tipos de pescado entre otros.
Por fin, en Octubre de 1978 se aprobó el primer proyecto de alimentos, por parte de la Secretaría de Educación Pública (SEP) para estudiar los cambios que experimentaba el trigo durante el almacenamiento controlado en silos experimentales, a la vez que se aprobaban otros proyectos también muy importantes para los grupos de Física, Polímeros, lo que implicaba el reconocimiento de hecho, de los departamentos respectivos, para lo cual se creo el Centro Coordinador de Investigación y Posgrado (CCIP), al que pertenecerían estos “Departamentos” que oficialmente se les reconocía como grupos. Surgiendo así, el CCI-Alimentos.
En 1980 se presentó a la Dirección de Planeación el primer proyecto de Maestría en Ciencias y Tecnología de Alimentos, pero no fue sino hasta 1982 que la SEP aprobó el proyecto y posteriormente, con el cambio de autoridades, también se aprobó en el Consejo Universitario.
Establecida la maestría en Alimentos dentro de un ambiente de intereses de grupo de la universidad, avanza con dificultades de todo tipo, pero con proyectos importantes aprobados. La meta era que en 10 años se tendrían al menos 10 doctores en ciencias de la propia institución y otros tantos invitados. Que cada investigador tuviera al menos un proyecto aprobado por año, con financiamiento externo y al menos un asistente o ayudante de investigación.
En 1991 el Gobernador Manlio Fabio Beltrones envía al Congreso estatal una iniciativa de Ley Universitaria que es aprobada al margen y en contra de la mayoría de los universitarios, la Ley Orgánica 4. Sin embargo, en esta nueva ley los grupos de investigación son definitivamente como Departamentos Académicos, con los mismos derechos y limitaciones que los del resto de la Universidad, así se reconoce la existencia del Departamento de Investigación y Posgrado en Alimentos (DIPA) a pesar de ello, la labor de los maestros y los investigadores del DIPA continuó a pesar de los vaivenes políticos, logrando sostenerse dentro del padrón de excelencia del CONACYT.
De 1978 a la fecha, se ha trabajado para hacer investigación de calidad, demostrada con el logro de reconocimientos nacionales y extranjeros, etc., sin embargo se fijan nuevas metas, nuevos proyectos, siendo uno de ellos el diseño y establecimiento del programa de Doctorado.
El DIPA debe continuar con mejores metas, con más creatividad e imaginación para resolver los problemas de la industria y las Ciencias Alimentarias, así como para participar en el diseño de nuevas estrategias para la mejor alimentación del humano.